Desde que recuerdo sufro de "no ser lo suficientemente yo", es decir, le es fácil al resto de personas aprovecharse de mí, aun cuando yo soy perfectamente consciente de lo que están haciendo. Me empecé a dar cuenta allá por el instituto, cuando quedábamos mis amigos y yo para jugar a juegos de mesa por las tardes. Fuese en el Catán o en el Risk, uno de mis amigos, el más listo, siempre podía contar con mi colaboración, lo supiese yo o no. Más adelante empecé a ver este fenómeno en muchos más lados. En temas políticos, por ejemplo, aunque yo tenga una base sobre la que construyo mis opiniones, realmente la uso poco, le soy muy infiel a lo que se supone que creo verdaderamente. Siendo sincero, prácticamente todos los movimientos políticos, no importa lo contradictorios que sean entre ellos o lo fantasiosos e irrealizables que puedan ser, tienen su atractivo para mí. Realmente lo único que me hecha para atrás es la defensa del dinero, nunca he participado en eso. Cabe preguntarme entonces si lo que más me define en este sentido es mi capacidad para simpatizar con todos. Nunca he dejado de ser un niño especialmente impresionable. Todo lo que he leído y he visto es cierto, todo lo que existe es bello. Mis ojos siguen siendo jóvenes, y todavía soy capaz de hacer reír a la gente cuando les revelo mis explicaciones internas e ingenuas de algunas de las cosas que observo. ¡No me fallen mis manos ahora, ojalá estén a la altura!

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La veo ante mí desnuda y tiemblo, estoy paralizado. Yo estoy cubierto de culpas, pero desearía hacer como el sol y brillar desnudo para todos los rincones de la tierra. Este lunes tengo algo que hacer, sé que debo sincerarme aún más, nunca es suficiente. Quiero ser transparente, que pase por mí toda la luz.

Hace un poco escribí que las cosas del mundo no me llenaban, y de ahí venía mi insatisfacción. Esa era mi madre y su neognosticismo rancio hablando por mí. Realmente mi insatisfacción no es por la insuficiencia o por la corrupción de la materia, sino por mi creencia de estar separado de ella de alguna manera. No quiero ni superarla ni dejarla atrás, todo lo contrario, quiero hundirme en ella de una vez por todas, quiero desaparecer en ella. Si Dios no es la infinitud de la materia entonces no sé qué es.

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Todo es tan bonito de ver. Sinceramente me es muy dificil no ver las cosas como si se tratase de una obra de teatro. Es evidente que lo único necesario para ser feliz es seguirle el juego al mundo, moverse ligero, bailar sobre el escenario. Yo soy quien actúa, yo soy el público, yo soy el escenario, yo soy el guionista, etc. Todo lo "malo" que pasa es "derrotado"/se revela como bueno cuando yo soy capaz de integrarlo en mi obra de forma que a mí me parezca adecuado. Todo me habla entre líneas, confío en los símbolos. Estoy muy contento hoy.

firmado,

Sonnenritter,
el enamorado